Bien sabéis que no acostumbro a hablar de temas personales en el blog, pero fue tan bonito....
Llevaba todas las vacaciones de Navidad con la idea de organizar una tarde de circo en familia porque me parecía que mis hijas están en la edad de disfrutar del espectáculo, pero no conseguía que cuajara de ninguna manera. O no había entradas para la sesión que nos venía bien o hacía una tarde de perros que nos quitaba las ganas de salir de nuestra casa calentita o teníamos sesiones familiares divertidísimas que nos atrapaban de cuerpo y mente y no nos hacía falta nada más.
Así que, creyendo que pasadas las Navidades, pasada la oportunidad, el plan de circo lo había aparcado hasta el año que viene. Pero navegando por la red en una búsqueda completamente dispar, me apareció una imagen del circo y volví a la carga. Fue todo un poco precipitado porque había que organizar un plan tan esperado en cuestión de horas. Intenté hacer la compra de las entradas por Internet, pero dada la proximidad del evento ya no había posibilidad. Salí pitando a intentar hacerme con los tickets en un punto de venta cercano a mi casa, pero también se había suspendido la venta por ese día. Así que no quedaba otra que arriesgarse a conseguirlas en la propia taquilla.
Fue poner en marcha a toda la familia para una tarde "sorpresa" en cuestión de minutos. Las niñas no sabían a dónde iban porque tengo la costumbre de no desvelar un plan que tiene alguna posibilidad de no cumplirse. Así que estaban súper ilusionadas sin tener, en realidad, ni idea de qué era lo que les esperaba esa tarde.
Llegamos unos 15 minutos antes de que empezara la función. ¡Teníais que haber visto la cara de felicidad y sorpresa de las enanas cuando vieron la enorme carpa con letras luminosas parpadeantes!
Conseguimos entradas sin numerar y cuando empezamos a seguir la cola de la entrada para incorporarnos a ella a mí se me iba bajando la sonrisa. Allí había no sé cuántas mil personas. Mientras esperábamos a que las puertas se abrieran, yo no hacía más que pensar que "un plan tan esperado no se puede improvisar", que "lo teníamos que haber descartado desde el momento en que no pudimos comprar las entradas con antelación" y que "cómo les iba a explicar a las niñas que no podríamos estar todos juntos dentro" en una actividad tan divertida.
Total que cuando se abrió el acceso, fuimos entrando todos con calma, nos fueron acomodando y a partir de ahí todo fue una PRECIOSA EXPERIENCIA EN FAMILIA. Aparecieron trapecistas, malabaristas, payasos y una larga lista de artistas en la que también tenían cabida las actuaciones de domadores de animales, que completaron una sesión de casi dos horas de diversión y espectáculo que para mis hijas fue inolvidable. Todos lo vivimos con un montón de intensidad y se cumplió "Mi primera vez en el circo" para todos juntos.
Y vuestros peques, ¿han vivido ya alguna tarde de circo?
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